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martes, 24 de diciembre de 2013

Hay cosas que uno no puede hacer solo, discutir, subirse y sujetar una escalera a la vez o doblar una sábana de esas de cama de matrimonio. Yo toda mi vida he pensado que lo ideal era vivir en pareja, por muy extraña que fuera la pareja; de hecho hay parejas que acaban convirtiéndose en tríos, parejas que se van quedando sin pareja porque no se puede evitar el miedo a no estar a la altura. Hay parejas que son imposibles por definición, por historia y por física, aunque no por química; o parejas en las que la química se ha ido gastantdo aunque sigan compartiendo una familia, familias donde en algún momento hubo una pareja. Parejas que fueron en algún momento y ya no son nada.
Y eso es lo que más miedo da en la vida, cuando la pareja se rompe, sea por lo que sea, la primera sensación que se tiene es de pánico, un miedo atroz a estar solo, a la pérdida de control sobre nuestas vidas, un miedo atroz a estar solo. Pero cuando se llega a esa soledad uno se da cuenta de que la ruptura puede llevarnos a un lugar mejor.
Hoy, es el primer día del resto de mi vida. Porque desde hoy creo que lo más importante en esta vida es saber volar solo.



sábado, 9 de noviembre de 2013

Fin del segundo acto.

No se conocían. Habían pasado medio año juntos, pero sin saber nada del otro. Tenían una relación basada en el silencio. Ella callaba para evitar conflictos. Él callaba para no dar explicaciones. A medida que ella cerraba la boca, abría su mente. Se llenaba de preguntas, de dudas, de dolores. Asumió que el único modo de lograr un buen vínculo era silenciándose; cualquier cosa que dijera podía alejarlo. Llevó su paciencia hasta el límite, el mero hecho de tenerlo valía la pena, valía todo lo malo que debiera soportar. Él interpretó su paciencia como un pase libre. No tenía que dar explicaciones, podía hacer lo que quisiera. Y lo hacía. Como se mojan dos dedos de vodka en un vaso de bebida,  mojaba un par de pecados en un vaso de moral. Se sentía con potestad como para criticar, criticaba cuando veía que alguna de sus actitudes se reflejaba; porque temía que ella usara sus mismos parámetros. Los únicos momentos en los que se entendían eran aquellos donde las palabras no eran usadas. Esos momentos en los que los sentidos desaparecían. Parecían ciegos, se recorrían buscando leerse, buscando ser leídos  pero cuando llegó el momento de abrir los ojos, no vieron nada. Y cuando quisieron abrir la boca, se dieron cuenta de que no tenían nada para decir, porque no tenían nada.


martes, 9 de julio de 2013

Un "no lo sé" es media posibilidad.

La Real Academia define la palabra imposible como algo que no tiene facultad ni medios para llegar a ser o suceder. Y define improbable como algo inverosímil que no se funda en una razón prudente.
Puestos a escoger a mi me gusta más la improbabilidad que la imposibilidad, como a todo el mundo, supongo.
La improbabilidad duele menos y deja un resquicio a la esperanza,  a la épica. Que David ganara a Goliat era improbable, pero sucedió. Un afroamericano habitando la Casa Blanca era improbable, pero sucedió.  Que los Barón Rojo volvieran a tocar juntos era improbable, pero también sucesió. Nadal desbancando del número uno a Federer, una periodista convertida en princesa, el 12-1 contra Malta, el amor, las relaciones, los sentimientos no se enfundan en una razón prudente; por eso no me gusta hablar de amores imposibles sino de amores improbables. Porque lo improbable es por definición probable, lo que es casi seguro que no pase, que puede pasar.
Y mientras haya una posibilidad, media posibilidad entre mil millones de que pase, vale la pena intentarlo.

 Lhdp

miércoles, 6 de marzo de 2013

"Y él siempre dijo, que debió de quedar algo donde algo hubo, y así abandonaba el paraíso de un placer artificial".

viernes, 25 de enero de 2013

"Escuché una vez a un viejo decir en un bar que el hombre, con el tiempo, se acostumbra a todo. Se acostumbra a vivir en Laponia a menos de cuarenta grados, o en Barbate a más de cuarenta. Se acostumbra a estar en una silla de ruedas, a perder un brazo, a no tener padre. Incluso a vivir en un puñetero barco en el fin del mundo. Decía ese viejo, que era la estúpida manera que tenemos de seguir siendo felices.
Pero hay cosas a las que no te acostumbras ni con todo el tiempo del mundo. No te acostumbras al hueco del otro lado de la cama, nunca te acostumbrarás a no ver su sonrisa o dejar de pedir dos copas en un bar, o a comprar dos entradas para un concierto. A no notar su olor, ni sus besos, ni a que se te reviente el alma cada vez que te mires al espejo. Y te das cuenta de que eres el gilipollas más grande del mundo, por haber dejado escapar al amor de tu vida."

domingo, 13 de enero de 2013



Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas.